Esa noche la miré, la miré y la seguí mirando, la miré y la seguiría mirando. Miré para los dos lados, pero fue cuando mezclé esa mirada con su risa cuando me di cuenta que las mujeres especiales no necesitan sal ni condimentos.
Supongo que alguna vez sintieron que el decorado se esfumaba, que iba borrándose poco a poco, no hay sonidos, no hay colores, no hay formas, está la mirada, y sobre todo está la risa. Esa noche en el bar el decorado había decidido escaparse hace rato, como hacen los amigos de verdad, sin comentarios o gestos de más.
Estábamos ella, yo, y mi necesidad de mostrarle que veía más allá de su mirada, y que el decorado me había dicho que nos dejaba solos. Creo que no me entendió, quizás sea inentendible, las sensaciones no nacieron para ser explicadas con palabras.
Ese fue mi error, hablar cuando sólo quería mirarla, hablar cuando era feliz con el silencio, hablar cuando apenas podía respirar.
Tuve un recuerdo lejano de un libro de Bioy Casares que decía que un hombre a los veinticinco años es un niño en el amor, mientras que las mujeres saben todo desde antes de nacer. Me apuré en pararme, "gracias" dijo la moza.
Un abrazo, un adiós, las calles vacías y esa irresistible idea de sentarme en otro bar a ver la vida de los demás pasar.
Me senté en la plaza, los cinco pibes que se reían no parecían preocuparse porque la gente que se dice normal duerme los martes a las 3 de la mañana. Yo no quería dormir, no quería volver a ver mas allá de su mirada en mis sueños, ¿queria llorar? no lo sé, desde jardín de infantes que me dicen que los hombres no lloran.
Pasaron tres horas, un par de colectivos, diecisiete cuadras y setecientas cincuenta y tres sensaciones distintas. Una idea corría adentro mío y no se dejaba agarrar, al pasar decía algo así como que el destino de los escritores era la tristeza, ¿desde cuando mis ideas creen en el destino?. Traté de no pensar más, en nada. No pude.
Me tiré en la cama, me saqué las zapatillas y así me tapé, puse play y escuché a Noble que cantaba: "hay ojos de mujer que castigan duro, y ella lo sabe tan bien como él". Seguro tiene razón.
(Hoy es todo tan distinto)